Bitácoras peregrinas
Todo empezó en enero del 2021, cuando la pandemia todavía se sentía en las calles, los oídos y la mente agradecidos con el silencio. Donde “despacio” estaba bien visto y no tenía competencia. Los aviones eran escasos y los trayectos hasta de los deseos reducidos. Todo estaba cerrado. Cortos de dinero. Emocionalmente estafados. Sin trabajo pero sin querer trabajar. Cuando vi que abrieron la tienda de libros viejos de la esquina se me iluminaron los ojos, seguido por una micro taquicardia y entré.
Podía diferenciar a través del tapabocas el olor del libro leído, el viejo o el olvidado. Podía ver a la señora abriendo cajas de cartón selladas como si las cajas fueran ella misma y está ansiosa por qué no puede recordar lo que llevan dentro. Cansada. Un poco furiosa. Era mucho más barato ir a comprar libros que verse con amigos. Aunque las promociones en principio sugerían desconfianza, se volvió una actividad gratificante durante días. Compartía mi hallazgo con cualquiera que se me cruzara en el camino. Allí ya se habían acostumbrado a mi cara.
Resultó además de entretenido bastante práctico. Era más barato comprar papel impreso que blanco. Me atrevo a decir incluso que no estaba para hermosas texturas vírgenes color crema, desde tamaño carta hasta pliego. Estaba para un folleto, una lección de matemáticas, una revista científica, un calendario para bebés, ejercicios de inglés, instrucciones de baloncesto, artículos y decretos de la constitución mexicana.
Aquí no hay espacio para nada más. Ya no caben más aventuras, ni amores, ni halagos, ni pensamientos, ni historias. Todo está cubierto. En las páginas estaba toda la emoción. Mapas, aeróbicos, montañas, religión. El mundo es el escenario de las actividades aleatorias del ser humano y aquí estamos siendo testigos en 3D. No testigos pasivos -somos testigos estruendosos-. Dejamos rastro, untamos, limpiamos, regamos, manchamos y gritamos. Ni la oscuridad se libra de perderse de vista. Leer y hacer son sinónimo. Todo estaba cerrado, pero todo tenía adentro.
2021
Instrucciones de juego
Sin motivo aparente, un ser termina con una bitácora en sus manos. La persona se puede disponer a intervenir a plena libertad el cuaderno durante el tiempo que quiera. Una vez lo sienta, el libro pasa a las manos de alguien más y se habilita a seguir siendo recorrido hasta que así se decida. Rota todo rota.
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